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No soy vago, soy TDA

En muchos de los casos los profesores pueden y llevan razón. Algunos de los escolares no muestran interés bien por falta de motivación, bien por desgana o bien por otro tipo de circunstancias que afectan directamente a la primera.


Pero en otros de ellos, son muchos los niños que no atienden por presentar dificultades específicas en esta área, que le dificultan enormemente su desarrollo escolar. Nos referimos a los niños con Trastorno de Déficit de Atención (tipo predominante inatento), que lejos de ser competitivamente los peores como alumnos, (tiendo algunos de ellos un coeficiente intelectual por encima de la media) muestran un rendimiento inferior tanto en su desarrollo como en sus resultados.


Estos, suelen ser objeto de etiquetas por desconocimiento de algunos profesores; apodados con calificativos como los de "inmaduros", "vagos" o "no trabajadores"; cuando la realidad es bien distinta. Es cierto que reflejan estas actitudes como resultado, pero el origen dista mucho de la etiqueta que se les atribuye, entre otras cosas porque: emplean mayor tiempo que sus compañeros en las tareas diarias (no teniendo algunos incluso tiempo de juego para poder terminarlas), dedican gran esfuerzo a comprender problemas matemáticos, acceder a la información que se les pide en un examen, completar y cohesionar pequeños textos, no cometer errores ortográficos...


A diferencia de los niños con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) estos, no suelen llamar la atención en clase; sino más bien, todo lo contrario. Pasan desapercibidos a los ojos del resto que ven ellos, en algunos de los casos más a un "pasota" que a un niño que está pidiendo ayuda para ser entendido.


Aunque en muchos de los casos presentan diagnóstico y son por ello ayudados en su proceso de desarrollo mediante ACI no significativas o pequeñas ayudas metodológicas que le hacen estar en las mismas condiciones que el resto de sus compañeros; otros muchos, por el motivo anterior (pasan desapercibidos o son calificados de vagos, inmaduros...), se encuentran con una doble problemática ya que, aparte de no presentar ayuda a sus dificultades, tienen que lidiar con el "cartel de turno".


Por contra, hay que decir también que la escuela suele ser la voz de alarma en muchos de los casos de niños tanto con TDA como con TDAH. Los profesores se percatan en el día a día de las clases de ciertas actitudes que no concuerdan con las características del niño en cuestión y se ponen en práctica una serie de actitudes y procedimientos junto con el equipo de orientación y la familia para, no solo valorar una posible evaluación sino también ofrecer ayudas en el día a día de estos niños, para que se encuentren en el mismo nivel que sus compañeros.


Por ello, es fundamental conocer al alumno en todas sus versiones, tanto en conjunto, en el desarrollo de las clases, como de forma específica (su estilo de aprendizaje, sus características personales, tiempo de dedicación a las tareas en el hogar…), antes de aventurarnos en lo que pudiera ser una piedra más en la mochila de estos escolares. Esperar a bajas calificaciones llegando a situaciones alarmantes a nivel curricular o a un informe diagnóstico para prestar atención al tipo y modo de aprendizaje de estos alumnos no hace sino empeorar más su situación.

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